Hay una planta que no nos deja indiferente a ninguno de los que gustamos de las plantas y árboles para decorar nuestros jardines, patios e incluso interiores, gracias al arte del bonsái.
Para ser exactos, ese planteamiento puede responder a muchas especies o géneros, pero hoy hablaremos de uno que consideramos especial por su belleza y particularidades. Se trata del arce japonés, de nombre científico acer palmatum, un género de cuidado fácil si el clima nos ayuda, y de belleza innegable.
Por arce japonés se definen varias especies de árboles y arbustos procedentes de naciones asiáticas como China y, mayormente, Japón, de ahí su nombre.
Su esplendor y crecimiento bajo el ritmo adecuado depende directamente del clima, que debe estar matizado por veranos templados e inviernos frescos, sin parámetros extremos de temperaturas.
Entre sus cualidades más distintivas están la pérdida de sus hojas palmeadas en invierno, por lo que se definen como árboles caducos, y el cambio de coloración de las mismas a tonos bellos en la estación otoñal, como naranja, rojo y un leve carmelita.
Los ejemplares de arce japonés se pueden conseguir de dos formas. Una es por semillas y la otra por plantones.
En el primer caso deberemos estratificar las semillas en la nevera durante dos o tres meses. Dicha estratificación la haremos llenando un recipiente pequeño con turba negra de pH ácido, y con perlita, y dentro del mismo colocaremos las semillas, que cubriremos con la misma turba.
El recipiente debe quedar sellado hasta la primavera, etapa idónea para sembrar las semillas en un semillero o en una maceta.
Por otra parte, cuando lo que adquirimos son plantones, que podemos comprarlos en viveros y tiendas especializadas, incluso online, es importante conocer la especie o variedad en cuestión, ya que algunas pueden ser más adaptables y coherentes con nuestro clima que otras.
Entre las más indicadas para nuestro país podemos citar la Acer palmatum “Bloodgood”, la “Seyriu”, la “Butterfly”, “Osakazuki” y “Orange dream”.
En el cuidar adecuadamente de una planta un aspecto importantísimo es su plantación. En el caso de un arce japonés, hay unos tips o claves que pueden ayudarnos a hacerla idóneamente, de manera que favorezca un crecimiento sano y fuerte de la especie.
Lo primero a tener en cuenta es el clima del sitio en el que se piensa plantar.
Como se dijo al inicio, el arce japonés no va con climas extremos, sean invernales o veraniegos. De esta manera, para plantar uno y esperar buenos resultados debemos asegurarnos que el calor nunca es excesivo, que no supere con frecuencia los 30 grados centígrados ni que condicione una baja humedad, y que las heladas invernales no son intensas ni excesivamente fría.
Bajo estas características, el arce japonés puede ser sembrado, en una ubicación favorable.
En este sentido, hay que saber distinguir e informarse al respecto, ya que algunas variedades como la Osakazuki son tolerables con el sol directo y lo aprovechan bien, mientras que otras se dan más en ubicaciones de sombra parcial (semisombra), como la Atropurpureum.
Por último, el sustrato en el que se planta el arce japonés debe ser ácido, y el agua del mismo, así como la que es utilizada para el riego, también deben ser de pH bajos, con valores entre cuatro y seis.
En el caso de que el agua del lugar sea clasificable como dura, por su abundancia de cal, podemos añadir algunas gotas de vinagre o jugo de limón a una botella de dos litros, para contribuir a la acidificación del líquido y poder emplearlo con efectividad.
Si hacemos todo esto, nuestro arce japonés no tendrá mayores inconvenientes para desarrollarse y alcanzar sus tamaños y esplendor estándar, los que, reiteramos, dejarán maravillados a todos los que sepan admirar y apreciar la belleza natural, así como encontrar en esta una agradable paz interior.